Por Søren Kyhl, Global COO y Stig Tørnes, Head of Business Management de Saxo Bank
Las fintech se han convertido en la palabra de moda para un diverso grupo de empresas cuya ambición es aportar eficiencia a los servicios financieros a través de la innovación tecnológica. El argumento que prevalece para los defensores de esta industria ha sido, hasta ahora, que cuentan con el potencial de desafiar y sustituir a las empresas tradicionales de servicios financieros.
Las empresas fintech perciben que los bancos se están centrando más en el cumplimiento de las regulaciones posteriores a la crisis en lugar de satisfacer las necesidades de los clientes cada vez más digitales. Los bancos, por el contrario, sostienen que las fintech carecen de la confianza de los clientes finales debido al hecho de que no están ampliamente reguladas. Además, también aseguran que este tipo de empresas carecen de la capacidad de ampliar su oferta debido al uso de una tecnología inmadura y relativamente sin probar. En Saxo Bank creemos que la verdad, seguramente, se encuentra en un punto intermedio.
Lejos de un único escenario ganador, el futuro del ecosistema financiero pasará por ver a las empresas más innovadoras tecnológicamente y los bancos reteniendo sus ventajas competitivas si reconocen que sus intereses futuros son más propensos a converger que a no hacerlo.
Para entender donde la convergencia puede tener lugar, merece la pena considerar dónde las empresas más «disruptivas» y la banca tradicional tienen sus mayores fuerzas competitivas. Desde Saxo Bank destacamos como fuerza base de las fintech la libertad de utilizar la tecnología más innovadora disponible para construir interfaces para clientes de uso fácil. No obstante, dado que estas compañías no son dueñas de la infraestructura subyacente, su misión es hacer que la experiencia de usuario sea mejor que la disponible a través de los bancos, más que proteger los servicios existentes que dependen de infraestructuras que ya existen también. Además, estas firmas han demostrado ser mejores en la extracción de conocimiento muy valioso del cliente para ofrecer un mejor servicio y tomar decisiones rápidas (por ejemplo, en el espacio de los préstamos).
Los bancos, por otro lado, siguen conservando algunas ventajas competitivas a pesar de los crecientes desafíos derivados de las presiones regulatorias sobre el capital, así como del rápido ritmo de la tecnología, que hace que sea difícil para ellos mantenerse por delante en el juego de la innovación. La banca tradicional cuenta además con relaciones duraderas con sus clientes, están regulados, y tienen una visión profunda de la infraestructura financiera global. Y esto último es clave, ya que para proporcionar servicios financieros en todo el sentido, es necesario comprender la infraestructura financiera existente para poder acceder a él y/o actuar como una puerta de entrada al mismo.
Si la fuerza de las fintech es la debilidad de la banca, y viceversa, entonces tendrán que aprovechar la ventaja competitiva entre ambas industrias para preservar su valor dentro de la cadena y sobrevivir y construir escala dentro del ecosistema financiero.
Tradicionalmente, los bancos han sido capaces de defender la interfaz del cliente mediante el control de toda la cadena de valor y el total de la tecnología apoyando a la cadena de valor. Sin embargo, como la cadena de valor se está desagregando y la tecnología se desarrolla a un ritmo exponencial, esta estrategia ha empezado a ser demasiado costosa e insostenible.
La solución óptima para los bancos, como venimos pensando en Saxo Bank, no es renunciar a todo el control, pero sí reconocer que la separación de las cadenas de valor existentes es inevitable y que pueden proteger su modelo de negocio y centrarse en lo que mejor saben hacer mediante el uso de la innovación tecnológica en su beneficio.
Esta estrategia requerirá a los bancos redefinir sus modelos de negocio y abrirse a la innovación exterior. Pero antes de hacerlo, necesitan dos pasos esenciales:
1) En primer lugar, tienen que identificar sus competencias básicas. Aquí es donde la mayoría de los bancos quiebran, pues tienden a identificar toda la cadena de valor como «esencial», algo que además es muy caro de mantener y hace que identificar potenciales socios fintech sea muy difícil, o prácticamente imposible.
2) En segundo lugar, la banca tradicional necesita desarrollar una plataforma de IT que sea capaz de integrar plataformas externas. La mayoría de los sistemas de legado bancario están lejos de ser abiertos y simplemente no están preparados para la integración con el resto del ecosistema financiero. La sustitución de toda la tecnología a lo largo de toda la cadena de valor en todos los mercados puede ser extremadamente costoso y malgasta el tiempo de decidir qué partes de la tecnología del banco las empleará por sí mismo y qué partes se externalizarán.
Una vez que han abordado estos dos retos, el camino a seguir para los bancos es doble. El primero es para tratar directamente con los clientes en sus competencias «centrales», y atraer negocio de otros socios (bancos/empresas fintech) dentro de dicha área. Esto beneficia al propio banco en términos de costes unitarios más bajos y mayor competitividad, así como en beneficio del partner, que utiliza la plataforma.
En segundo reto es aliarse con otras compañías disruptivas o bancos dentro de las áreas no centrales del banco. Es igualmente importante para un banco aprovechar los servicios y productos de otros para reducir costes, especialmente cuando el banco carece de escala y calidad.
Una estrategia ganadora para la gran banca radica en una mayor colaboración y no en la competencia. Al tomar decisiones difíciles ahora, los bancos, especialmente los bancos más pequeños que carecen de escala, pueden obtener beneficios en el futuro en términos de retención de sus clientes y hacer crecer su rentabilidad mediante el uso de la tecnología.
Se necesita un cambio urgente en el modo de pensar entre los bancos que vea la digitalización como una oportunidad más que una amenaza. Igualmente, las empresas fintech tienen que entender que, para ser viables y rentables, no pueden interrumpir la cadena de valor de los bancos, la cual es producto de un conocimiento profundo del sistema financiero y una profunda integración en él. Para los bancos y compañías fintech el coste de oportunidad de no colaborar probablemente será la diferencia entre la supervivencia y el éxito.