Fuente: Diario Financiero

Salir del trabajo, tomar un Uber, para luego llegar a casa, donde todo está impecable, gracias al servicio de aseo que se contrató a través de Facebook, y esperar algunos minutos para que llegue la comida que se encargó a través de la app PedidosYa. Suma y sigue. Cada vez es más común que el uso de la tecnología permita contratar servicios o comprar productos a través de herramientas que conectan oferta y demanda. Es lo que en Estados Unidos se conoce como economía colaborativa o «Gig economy», que usa este antiguo término asociado al jazz, que alude a contratos esporádicos que se le hacían a los músicos de una banda, para presentaciones cortas.

Y es tal la relevancia que está tomando en los mercados, que a partir de mayo del próximo año el Departamento de Trabajo de Estados Unidos incluirá datos relacionados al trabajo que se genera a través de la web.

Es más, las oficinas de Censo y la de Estadísticas Laborales norteamericanas se encuentran trabajando para repetir el último censo por no incorporar este factor, proceso al que se suman ya varios países, que están estudiando la forma de agregar a las cifras oficiales el aporte de la economía colaborativa.

Según un reporte de Emergent Research y MBO Partners, la economía colaborativa, que ha logrado externalizar labores como pintar la habitación de una casa, abarca en EEUU aproximadamente 30 millones personas trabajando a tiempo completo y de medio tiempo. Dentro de ese segmento, los Millenials son los principales usuarios de esta tecnología y crecen a paso rápido: mientras en 2011 había 1,9 millones de trabajadores a tiempo completo independientes (21-35 años), en 2015 la cifra fue de 5,3 millones.

Si bien en Chile no existen cifras oficiales a cuántas personas trabajan con «acuerdos gig», sólo para tener un orden de magnitud, hasta con decir que a marzo de este año el número de conductores trabajando en Uber alcanzaba los 10.000, a los que se sumaban otros 15.000 que en ese entonces se encontraban en proceso de incorporación.

 

Los desafíos de la legislación laboral

Y esto, a futuro, va a representar un desafío para el país. Según comenta Luis Óscar Herrera, economista jefe para la Región Andina y presidente de BTG Pactua I Chile Administradora General de Fondos, se ha visto que, especialmente en el último tiempo, se ha registrado un aumento en las personas que se consideran autoempicadas, «aunque se requiere entrar más en detalle de ese autoempleo». Según los últimos datos del INE, el desempleo alcanzó 7,1% en el trimestre móvil mayo-julio, registrándose en doce meses la creación cle 93.740 empleos en términos netos. De los nuevos puestos de trabajo, el empleo por cuenta propia fue el que más aportó, con 122.710 (7,6%), mientras que el empleo asalariado contribuyó con 11.420 (0,2%), observándose una destrucción de empleos en las categorías de empleadores, personal de servicio doméstico y familiar no remunerado del hogar.

«Esto plantea el desafío de incorporar en los datos todas estas nuevas tecnologías, sus beneficios, tanto para consumidores y quienes prestan estos servicios, pero también para proteger la seguridad de los consumidores y los trabajadores. Todo ello es un reto para la legislación laboral y otras relacionadas, como por ejemplo la seguridad social», comentó.

 

Un asunto de estadísticas

Ahora, la pregunta es cómo abordar esta temática en las mediciones de empleo.

Según explica el director del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, Jaime Ruiz Tagle, en los cuestionarios que se usan para ese efecto, las preguntas apuntan a si la persona tuvo un trabajo remunerado, e independiente del tipo de trabajo se está en la categoría de ocupado o desocupado.

«En ese sentido, no veo que exista algún problema con las metodologías que se usan para capturar a quienes hacen algún tipo de teletrabajo o a través de algún tipo de tecnología», comenta el experto.

Luego, se recogen los datos para definir si es un trabajador por cuenta propia, asalariado, empleado o un obrero asalariado.

«Ahora, también ocurren casos como conocí hace poco, en el que, por ejemplo, una persona maneja un Uber, pero a su vez tiene un par de autos más que los trabajan con choferes», comenta, detallando que si bien es un trabajo por cuenta propia, esa persona es un pequeño empleador.

Por otro lado, lo que queda registrado es una persona independiente, que no tiene un vínculo laboral regido por el Código del Trabajo, siempre va a quedar fuera de los datos administrativos, independiente de si es vía app o si vende sandwiches.

 

La irrupción de la generación «Z» anticipa un boom en los trabajos autónomos

Un 55% de los adolescentes encuestados en todo el mundo manifestó interés por lanzar una start up.

Para los que pensaban que con los millennials se terminaría agotando toda capacidad de asombro, pues no saben que se viene una oleada de nuevos integrantes de la sociedad con un perfil bastante más inédito. Se trata de la generación Z, jóvenes que aún están en las salas de clase y que han nacido después de 1994. Son la última generación antes de que la tecnología cambie por completo nuestra vida. Esa es al menos la conclusión del informe Generación Z: el último salto generacional, elaborado por Atrevia y Deusto Business School, publicado por Expansión.

Según el director de la Deusto Business School de Madrid, Iñaki Ortega, lo que define a este grupo es que nunca antes «ha habido una generación que se haya educado y socializado con internet en sus bolsillos, lo que les hace ser irreverentes en cuestiones que para otras tribus eran sagradas como los padres, los profesores y los jefes. A la vez, tienen más capacidad de empatizar, hacer amigos, ser emprendedores precoces y están más implicados socialmente que nunca. El mundo será mejor con ellos si el resto de generaciones somos capaces de conseguir los cambios que demandan», dijo a Expansión.

¿Cuáles serán sus preocupaciones? Ahora, esto último supone un desafío feroz para las organizaciones, no sólo para abordar a este nuevo perfil de trabajadores, sino también de futuros consumidores. En ese sentido, los expertos señalan que lo primero que se debe asumir es que para los «Z» una de sus mayores preocupaciones es no encontrar un empleo acorde a su personalidad, no tener oportunidades de crecimiento profesional o no alcanzar las metas en su carrera.

Asimismo, la autonomía también forma parte de sus prioridades -una senda que ya han iniciado los millennials- optando por ser emprendedores antes de tener su primer trabajo. De hecho, un 55% de los adolescentes encuestados por Universum en 45 países manifestó el interés en lanzar una start up. Trabajar en empresas se sustituirá por trabajar en proyectos, como una gran red de trabajos autónomos enlazados entre sí acorde con la gig economy.

Hablar de generación Z y consumo colaborativo será redundante. Sus hermanos mayores, los millennials, transferirán este fenómeno que no verán no como algo emergente, sino natural.

Y todo con la explicación científica que imparte el filósofo español losé Antonio Marina: «Tienen una sinapsis cerebral diferente, con nuevos circuitos neuronales activados por su desarrollo en la era digital. No es nada más que teoría evolutiva de las especies. Estamos ante el horno digitalis».

7,6% fue el aporte de los empleos por cuenta propia según datos del INE

Según explicó Luis Oscar Herrera, en el último tiempo se ha registrado un aumento en las personas que se consideran autoempleadas, lo cual es un desafío para la legislación laboral.