Roberto Opazo
Co-Founder & CEO at https://khipu.com
Los tiempos modernos se han vuelto estresantes hasta para seres inanimados, como nuestra próxima ley de prepago. La pobre aún no es ley, pero ya carga con un nombre con más apellidos de los que se le pueden desear a un ser que transitará por este mundo: Ley de Medios de Pago con Provisión de Fondos por Entidades no Bancarias. Llamémosla Javiera y le podemos decir con cariño Jaivita.
Desde su concepción original, ya se esperaba de la Jaivita grandes cosas: Potenciar la inclusión financiera de los sectores de menos ingresos al promover y facilitar su acceso a los medios de pago electrónicos mediante el desarrollo de instrumentos de prepago -que no sean sólo extendidos por los bancos- que permitan almacenar fondos en forma previa, ya sea en tarjetas, cuentas de internet, teléfonos móviles o cualquier otro soporte. ¡Wow! No es tarea sencilla, pero el mundo va para allá y alguien tiene que hacerlo… ¡Dale leicita, dale!
Es decir, la Jaivita permitirá que grandes empresas de retail o cajas de compensación, puedan emitir tarjetas de prepago. Estos nuevos emisores, competirán con los bancos por los fondos del público y agregarán competencia al lado de la industria de los medios de pago que ya tiene bastante competencia: La emisión.
Pero para que los nuevos medios de pago tengan una rápida aceptación, Jaivita también se encarga de permitir que Transbank ponga a disposición de los comercios estos medios de pago y que se interconecte con otros operadores. Las palabras usadas dicen que las “sociedades de apoyo al giro bancario, podrán prestar servicios a cualquier empresa cuyo giro consista en la emisión u operación de instrumentos de pago”. Esto también se podría decir así: “permite que las sociedades de apoyo al giro bancario, apoyen a sociedades que no son del giro bancario”. Ultra Injusto, la pobre Jaivita no cuenta con herramientas para evitar que esto conduzca a fortalecer la posición monopólica de Transbank y hay otro proyecto de ley entero dedicado a este tema.
Pero el asunto más importante para la Jaivita, que quiere ser un aporte al mundo, es que también se espera de ella que facilite la innovación en los medios de pago. Es decir, no se trata sólo de que haya más plásticos disponibles para deslizar por las máquinas de Transbank, sino de que puedas usar tu celular para pagar el transporte público o recibir subsidios del Estado. Estas operaciones no ocurren interconectadas a Transbank, sino con nuevas redes de pago como khipu.
Aquí todo se complicó antes del parto, porque ya se había definido que la Jaivita tendría un reglamento escrito por el Banco Central, para definir los detalles de funcionamiento y resguardos de la fe pública. La expectativa era que las exigencias de este reglamento fueran iguales para todos los nuevos medios de pago, sin importar los montos captados o el valor aportado en nuevas formas de hacer las cosas. Es decir, se podría pedir garantías por 2 millones de dólares a una empresa que captaba 100.000 dólares al mes, lo que dejaba fuera del juego a todas las startups de Chile en un sólo acto. Por eso, en la ecografía se vio muy contenta a la Jaivita cuando se supo que el Banco Central estará facultado para dictar normas diferenciadas, atendiendo a la naturaleza de las operaciones que efectúen los emisores u operadores de estos medios de prepago. Ella hubiese querido que derechamente se promoviera un reglamento inclusivo, pero le pareció que con la autorización dada al Banco Central ya había una señal suficientemente buena, como para que se prepare un buen reglamento, que facilite la entrada de operadores pequeños en capital, pero grandes en innovación.
Todo parecía controlado, los parientes esperaban tranquilos el parto, cuando de imprevisto la Jaivita empezó con síntomas de pérdida. Era como si un Metro le hubiese pasado por encima. Sí, nuestra leicita había sido nominada para permitir que la tarjeta BIP! pudiera participar de esta industria, como una tarjeta de prepago abierta. La idea de que la tarjeta BIP! se pudiera usar para pagar más cosas que el Transantiago le gustaba, porque se trata de muchos usuarios y ayudaba al concepto original de la inclusión financiera, pero la Jaivita se preocupaba de las injusticias que se podrían producir con medios de pago que no tuvieran la ventaja inicial de ser admitidos en el Transantiago y que no tuvieran el acceso a recursos y respaldo de todo el Estado para su operación. Afortunadamente, hubo una compensación parcial para los nuevos medios de pago, al asegurar que también podrían ser usados para pagar el Transantiago, por lo que la ventaja competitiva de la tarjeta BIP! se reducía un poco.
Han sido 9 meses largos, pero finalmente estamos todos reunidos y contentos, porque la Jaivita ya está en condiciones de cumplir su tercer trámite en la Cámara de Diputados. Llega al parto preparada para dejar un espacio a la innovación… Será un ingeniero, dice el abuelo…