Fuente: hipertextual.com

El volumen de la actividad del sector fintech es una realidad que se hace presente cada vez más según se integran los procesos financieros y la tecnología bajo el mismo paraguas. En Europa, con Reino Unido a la cabeza, se espera que esta rama financiera mueva unos 30.000 millones de euros para 2025, al menos en lo que a inversiones se refiere. Pero, ¿qué ocurre en países como México, Colombia o Chile?

Para entender la profundidad de la cuestión habría que poner sobre la mesa una serie de datos. En total, en Latinoamérica existen unos 400 millones de smartphones, sistemas necesarios para una mayor implantación de las tecnologías fintech; así como una buena conexión de datos. Para 2020, el 80% de la población estará conectada, al menos, a una red 3G.

Sin embargo, sólo el 52% dispone de una cuenta bancaria. Es en este punto donde esta línea de negocio encuentra su punto más interesante, a caballo entre el reto y la oportunidad. Aprovechando las buenas expectativas que tiene este sector a nivel global, países como México, Chile o Colombia son algunas de las geografías con más oportunidades a corto-medio plazo. Una banca muy tradicional, que aún tiene que abrirse a las nuevas tecnologías y entender la lógica activa de las fintech. Afrontando retos como la igualdad de todos los estratos sociales a la hora del acceso a los servicios financieros, la confianza o la educación financiera.

Añadiendo un punto más al debate: ¿cómo acogen los bancos estas cuestiones? Para Jorge A. Ortiz, CEO de FinTech México, «las empresas fintech y los bancos van a seguir existiendo, coexistiendo ambos en un mismo ecosistema». Las fintech quedarán para procesos rápidos e instantáneos, y los bancos para las grandes transacciones que requieran una entidad con una tradición detrás.

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El fintech colombiano de Aflore: una experiencia social

Algunos mapeos del panorama emprendedor colombiano apuntan a que han surgido, aproximadamente, setenta startups relacionadas con el negocio financiero en el país durante los últimos años, además de las internacionales que ya tienen una importante cuota de negocio. Los emprendimientos relacionados con pagos y remesas, préstamos online, gestión financiera corporativa y soluciones para mejorar los servicios financieros en el entorno de la seguridad son los que más cabida han tenido, tanto para usuarios como los emprendedores.

En Colombia se han detectado, de media, unas 70 startups enfocadas a los servicios financierosDataiFX.com o PayU serían solo un par de la larga lista. Sin embargo, uno de sus jugadores más destacados ha sido Aflore, que ha venido a dar una nueva perspectiva al concepto del crédito. De una forma fácil y sencilla evita el crédito de la banca tradicional, pero aporta el concepto de «consejero». A través de la idea de la comunidad, cualquier que sepa cómo manejar sus cuentas, sea juicioso con el dinero y sepa dar buenos consejos puede convertirse en un asesor financiero «de andar por casa». El proceso deja de ser una experiencia fría con una entidad bancaria para transformarse en una actividad social. El resultado es que, a fecha de hoy, ya son más de 700 consejeros y más de 1.000 créditos concedidos.

El objetivo, al final, pasa por la educación financiera. Concepto que ha estado abandonado durante años, y que supone uno de los grandes retos de esta región, dejando datos como que el 76% de la población carece de ahorrospara imprevistos; tasa muy elevada desde todo punto. Y apuntando, además, a la cuestión de la exclusión social provocada por muchas grandes entidades y que implican directamente a las cifras globales anteriores.

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Chile, ese gran desconocido

Pero el concepto de la cultura financiera ha sido motivo de preocupación no solo para Colombia, también en Chile. Arie Dukes, fundador de Finciero, apunta que «las entidades financieras tradicionales han estado trabajando desde hace años para mejorar esos conocimiento», aunque no tenga claro si ha sido por temas de marketing o por verdadero interés.

Y a esto se añade el tema del ahorro. Al igual que sucediese en Colombia, en Chile no existe una gran tradición por preservar las finanzas personales. Según Fincero, dedicada precisamente a la gestión de las cuentas, la población de Chile se gasta casi el 97% de lo que gana -más los hombres que las mujeres-. Y según los datos publicados por las entidades bancarias de la región, la media está en que los gastos superan en un 108% a los ingresos. Es decir, que la mayor parte incurre en deudas.

Lo que podría ser Fintonic en España, el objetivo de Fincero es abordar ese tema del ahorro, pero además adaptarse a un sistema bancario complicado. En un sistema global al que Uber, Amazon, Aliexpress… han llegado para conquistar todos los mercados, en Chile todas las operaciones relacionas con esos gigantes han de cerrarse en dólares. Pero, problema, con los cambios de divisas se pierde mucho dinero y no todos los ciudadanos chilenos pueden tener tarjetas internacionales; «especialmente los estratos sociales bajos», comenta Arie. El fintech, por tanto, vuelve a solucionar temas de desigualdad y cobertura financiera; y de momento los bancos ven esto como una gran afrenta.

Una startup que ha crecido en un ecosistema complicado. Según Arie, la inversión privada en startups es muy escasa y «más si es para el sector financiero». Existen emprendimientos como los de CompraOnline de comparación de productos financieros, Khipu especializada en pagos, los bitcoins de SurBTC o la asesoría financiera de Ruvix, pero las entidades financieras tradicionales siguen monopolizando el sector:

«Los bancos de Chile se encuentran, de momento, en una fase de rechazo. Pero están empezando a tomar conciencia de que algo está pasando.»

En un punto en el que las entidades están intentando promocionar las fintech a través de concursos y lanzaderas, pero sin llegar a buen puerto. De nuevo, Arie apunta a una cuestión de marketing.

Mientras los bancos se aclaran ante esta nueva situación, de momento los mayores retos del fintech en Chile es el de llegar a más usuarios. La confianza parece ser que ya es una asignatura más que aprobada.

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La confirmación de México como mercado consolidado

Junto con Brasil, México tiene la particularidad de ser uno de los mercados más consolidados en lo que a emprendimiento se refiere. Junto con Brasil lideran la lista del grupo fintech en Latinoamérica, con la previsión de que tanto la inversión como los emprendimientos se dupliquen a lo largo de los próximos años. Se puede decir que, de esta lista, son la joya de la corona.

El momento en el que los bancos no sólo apoyen con su discurso, la cosa cambiará para el fintech en MéxicoDentro de sus peculiaridades, este país cuenta con la ventaja de ser uno de los más jóvenes en cuanto a población se refiere: la edad media es de 28 años, lo que ayuda a una mejor integración de los sistemas tecnológicos. Su problema, sin embargo, pasa por el tema de la inclusión financiera, teniendo una de las peores cifras del registro global: solo el 39% de la población tiene acceso a los servicios financieros básicos. Debido, en parte al gran tamaño del país y a la dispersión geográfica.

Sin embargo, pese a los contrastes según Jorge A. Ortiz, CEO de FinTech México, «comparado con otras geografías, México se encuentra en la fase de la cosolidación de los modelos de negocio y en la que los bancos se están acostumbrando a la situación».

Los sectores más destacados en México son, actualmente, los de pago y los de colectivos crowdfunding. Que juntos ocupan casi la totalidad del mercado.Kueski, Konfío, Cornershop y, sobre todo Clip, dedicada a la inclusión de los sistemas de pago con tarjeta de crédito para establecimientos, ocupan un conjunto de 62.2 millones de dólares en financiación. Que aunque tímida en el país, está empezando a despuntar.

Sus mayores retos, entonces, se encuentran en la búsqueda de modelos de negocio adaptados para salir al mercado. Y sobre todo, apunta Jorge, «en una buena relación entre bancos y empresas fintech», puesto que para la gestión de procesos como los pagos, la emisión de tarjetas o formación de fondos ellos aún tienen el poder. Si ellos entienden la situación, y lo apoyan con algo más que un discurso, en vez de lavarse las manos a la hora de la verdad, la situación puede ser muy diferente. «La modificación del marco regulatorio para establecer mecanismos y que se empiecen a hacer las cosas bien, y de forma ágil, es esencial», apunta Jorge.